Jorge Quiroz

La “reformita”, la “reforma de macetero” y otros flashbacks

El último gobierno “de derecha” en Chile, elegido democráticamente...

Por: Jorge Quiroz | Publicado: Viernes 11 de mayo de 2012 a las 05:00 hrs.
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El último gobierno “de derecha” en Chile, elegido democráticamente, fue el de Jorge Alessandri (1958-64). Las expectativas iniciales eran altas, y el énfasis esperado de esa administración era “la gestión”. A corto andar, el gobierno de Alessandri, de cara a un Congreso opositor y con un país aquejado de múltiples problemas estructurales que venían incubándose de tiempo atrás, incluyendo una radicalización creciente de las posiciones, hubo de ceder en múltiples aspectos. Entre otras iniciativas, el gobierno de Alessandri terminó promulgando nada menos que la antítesis misma del ideario de derecha: la primera “Reforma Agraria” de Chile.



Por cierto, la oposición de la época tuvo el buen olfato de ponerle un nombre a dicha reforma: no podía ser que un gobierno de derecha le arrebatase a la izquierda una de sus banderas preferidas. Le llamó entonces “La reforma de macetero”. Se argumentó que la reforma en cuestión no daba respuesta a las reales necesidades del país, y con ello, el gobierno de derecha terminó en definitiva abriendo el paso a lo que sería después “la verdadera” reforma agraria, impulsada por el gobierno de Frei Montalva y radicalizada aún más por el gobierno de Allende. Ello constituiría el principio del fin del sistema democrático en Chile, caracterizado por diferencias cada vez más irreconciliables entre los distintos segmentos de la sociedad, un desprestigio galopante de la clase política, y una vulnerabilidad creciente del derecho de propiedad: cuando Allende nacionalizó el cobre, lo hizo con el apoyo unánime del Congreso de la época, derecha incluida. El fin de la película es conocido.

Hoy, como ayer, tenemos un gobierno de derecha que, más que ideario y más que visión de la sociedad, se erigió buscando una narración en la gestión. Pero, hoy como ayer, la gestión no basta. No se puede gobernar sin transmitir una visión de país, un proyecto de sociedad. La falta de ideario por un lado y el desprestigio de la clase política, por otro, han dejado un vacío en el tejido social que ha permitido múltiples, variadas y sistemáticas manifestaciones de descontento las que han terminado empujando “la agenda” del gobierno en las direcciones más impensadas. Ello no debe sorprender; en ausencia de ideario, la pura gestión se convierte a corto andar en una colección de acciones variopintas carentes de lo fundamental: el anclaje con las ideas y con los principios que se defienden.

Así las cosas, y sin que nadie pueda dar cuenta exactamente cómo, tenemos ahora un gobierno “de derecha” promoviendo una reforma tributaria, que, no se sorprendan, la izquierda, a falta de otro nombre, ya la bautizó como “reformita”. Bien pudo haberle puesto “la reforma de macetero” pero en este punto, y tratándose de nombres, aún la izquierda es supersticiosa. Como sea el asunto, hemos escuchado desde distintos personeros de la oposición que la reforma tributaria no es la “verdadera” reforma que necesita Chile. Y no podía ser de otro modo: ¿cómo podría aceptar la izquierda que sea un gobierno de derecha el que termine subiendo el royalty minero, subiendo los impuestos a las empresas y limitando diversas formas de elusión? Imposible. Esa no es bandera de la derecha; el gobierno no puede ganar una batalla en el terreno ideológico del adversario: la reforma tributaria nunca será suficiente ni “verdadera”.

No nos engañemos. El discurso de “la gestión” está agotado y lo que está en juego son, como ayer, principios más fundamentales. No me inscribo dentro de los que rasgan vestiduras por un aumento de tres puntos porcentuales en el impuesto de primera categoría. No creo que esté allí el problema. Se trata más bien de una ilusión que creo dañina para el futuro del país: la ilusión de que se puede gobernar sin explicitar las ideas fundamentales en las que se cree en materia de ordenamiento social. Y estar dispuesto a pagar los costos políticos que tenga el defenderlas.

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